La Monarquía Hoy

Joyas de la Corona de Quito


Joyas de Coronación

Corona Real Atahualpa

Elaborada en 1902 para la coronización del emperadorLeopoldo I, esta corona fue diseñada por la consorte Blanca de Orleans, quien había demostrado gran interés en las culturas aborígenes del país desde su llegada al mismo en 1876. Con una visión europea romántica, esta corona de tipo imperial solo posee como agregado indígena a la llamada Esmeralda Atahualpa, que se dice que fue arrancada del pecho del último inca, Atahualpa, por Francisco Pizarro en Cajamarca antes de su asesinato.


Los joyeros que fabricaron la corona fueron los británicos Garrard & Co., y cobraron por ella el equivalente a unos cien mil dólares americanos actuales, aunque su valoración asciende al millón debido a su bagaje histórico. Fue usada por primera vez el 30 de septiembre de 1902, y Leopoldo fue ceñido con ella como Emperador de Quito y sus pueblos ancestrales.


La joya consta de una diadema con formas alternadas de cruces patadas y flores de lis, sobre la que descansan ocho bandas que sostienen el orbe con cruz. Pesa casi un kilogramo (0.97 kg) y está fabricada con esmeraldas, rubíes, zafiros, 6100 diamantes, y la gran esmeralda Atahualpa que destaca en el centro de la cruz patada que corona las bandas. Debido al considerable peso, esta corona es usada únicamente en contadas ocasiones, entre las que se cuentan las coronaciones de los monarcas a partir de Leopoldo I.

Espada de Antonio José

Se trata de la espada conmemorativa ofrecida por el Perú aAntonio José de Sucre en 1827, tras su triunfo en la Batalla de Ayacucho, decisiva para la liberación de las tierras incas del dominio español.


La empuñadura está elaborada en oro de 18 quilates y adornada con brillantes y detalles de plata arequipeña repujada; por su parte, el sable es de plata arequipeña. Finalmente, el estuche es de oro de 24 quilates con detalles labrados de alegorías de la libertad.


La espada es usada por el arzobispo de Quitburgo para investir al nuevo soberano en la ceremonia de coronación, e inmediatamente le es ofrecida al nuevo monarca para el juramento de honra a la nación que se hace al final del acto.


En el caso de Quito, no existe el cetro real, este es reemplazado por la espada ceremonial. La explicación a esto se encuentra en que el primer monarca del país fue un soldado independentista destacado, y se consideró que la espada era el símbolo mayor de la libertad conseguida y de su mandato sobre las tropas y sobre cualquier enemigo. La costumbre ha sido seguida por todos los monarcas quiteños desde entonces.

Orbe Real

Es una joya que representa el globo terráqueo rematado por una cruz latina. En el caso de Quito, el orbe es de oro hueco de 18 quilates, y está cruzado por una línea horizontal que representa el ecuador terrestre, sobre el que está asentada la nación y su capital misma. De igual manera una línea vertical cubre la mitad superior del orbe, representando el ecuador astral. Ambas líneas están adornadas con brillantes y zafiros.


Coronando el orbe se aprecia una cruz latina que representa el mandato divino sobre el país y el mundo en general. La cruz está también adornada por brillantes y pequeños zafiros.


Esta pieza en particular es usada en el momento en que el arzobispo de Quito toma juramento al nuevo monarca, cerca del final de la ceremonia religiosa. Una vez coronado como tal, el monarca debe lucir el orbe en su mano derecha, y la espada de Antonio José en la izquierda.

Botones Sucre-Carcelén

Elaborados en 1829 por orden de Antonio José de Sucre para su esposa, Mariana Carcelén de Guevara, antes de que ambos accedieran al trono de Quito. Fue un regalo ofrecido en un ataque de romanticismo del entonces Gran Mariscal independentista hacia su esposa, que lo esperaba en Quito junto a su primogénita, María Teresa.


Se tratan de dos botones que pueden ser convertidos en zarcillos o en broches, elaborados en oro de Zaruma con engarces de perlas esmeraldeñas y cuatro brillantes rodeando cada una de las imágenes de la primera pareja real del país. Aunque su valor económico real apenas y alcanza los cinco mil dólares americanos, su uso en las ceremonias de coronación le agrega unos cien mil dólares adicionales al conjunto.


Son usados como broches que se colocan en la investidura del manto real. Al nuevo monarca se le coloca el botón con la efigie de Antonio José, simbolizando la perpetuidad de la Casa de Sucre-Quito; mientras que al o la Consorte se le coloca el botón con la efigie de Mariana, simbolizando su calidad de consorte comprometida con el país y su historia.

Otras joyas de Estado

Corona Imperial de Los Andes

La Corona imperial de los Andes, antiguamente conocida como corona de Nuestra Señora de la Asunción de Popayán, es una corona hecha originalmente para una escultura de Nuestra Señora de la Asunción de Popayán, en la actual Colombia. Fue elaborada alrededor de 1590 como agradecimiento de los habitantes de la ciudad a la virgen por haber evitado un brote de viruela que asolaba a toda la provincia de Quito y al virreinato de Perú en general.


Según la tradición oral, varias de las familias más pudientes de la ciudad donaron piezas de oro para ser fundidas y dar forma a la corona, de igual manera fueron donadas varias piedras preciosas como perlas, diamantes y esmeraldas que, según cuentan, fueron robadas a los indígenas durante la conquista española. El diseño fue encargado a dos de los orfebres más destacados de la Audiencia de Quito, en la cercana ciudad de Ibarra; y se convirtió en una de las coronas votivas más bellas del nuevo mundo.


Con la llegada de la independencia, y el establecimiento del Imperio de Quito en 1830, el tiempo reducido que se tenía para confeccionar una corona para la entronización de Antonio José de Sucre como emperador, la ciudad de Popayán (que durante los primeros meses aún pertenecía a Quito) consiguió la bula papal que les permitió ofrecer la corona de Los Andes para ser ceñida en la cabeza del primer monarca del país. Desde entonces, y hasta 1902, fue la única corona importante de la que disponían los Sucre para actos oficiales, aunque tenían varias diademas usadas por las mujeres de la familia y los príncipes.


La corona mide 34,5 cm de alto, 52 cm de circunferencia, pesa 2,18 kilos en total, y está fabricada en oro de 18 quilates. Descrita como de estilo imperial, consiste en tres secciones:

  • Diadema: que contiene 67 esmeraldas, entre grandes y medianas.
  • Bandas: que contiene 12 esmeraldas cada una, de las que penden 17 esmeraldas periformes (gota de aceite), llamadas popularmente los aguacates.
  • Orbe: rematado por una cruz latina, posee 6 pequeñas esmeraldas rectangulares.


En la actualidad, el monarca no es coronado con esta joya como si lo hicieran Antonio José y María Teresa, sino que solamente toma juramento frente a la misma (en representación de que lo hace frente a los dos primeros soberanos del país, antes mencionados, y ante la misma Virgen), que es colocada en el altar mayor de la Basílica del Voto Nacional por el arzobispo de Guayaquil. En reemplazo, la corona que se les ciñe sobre la cabeza a los nuevos soberanos de Quito desde 1902, es la Corona Real Atahualpa.

Corona de la Consorte

Llamada también Corona de Solanda, esta tiara es usada por las consortes de los monarcas de Quito de manera oficial en las coronaciones, así como en ceremonias de Estado. Fue confeccionada en 1830 para la emperatriz Mariana, como regalo de su poderosa familia, los marqueses de Solanda (de allí su nombre popular).


Consta de ocho florones alternado entre cruces patadas y ramas de algodón, un producto que mantenía la fortuna de la familia de la primera emperatriz. La estructura es de oro plateado y se encuentra adornada con más 150 pequeños brillantes, 30 diamantes pequeños y 150 perlas del río Esmeraldas. 


Usada en en la mayoría de ceremonias de coronación, como el símbolo que se les ciñe en la cabeza a las Consortes, también es famosa por aparecer en los retratos oficiales de la mayoría de reinas consortes así como de las tres monarcas femeninas oficiales. Esta tiara podría considerarse la más popularmente reconocida de toda la colección de joyas de la Corona quiteña, solo superada por la historia centenaria de la Corona de Los Andes.

Joyas de la Familia Real

Corona de las Lises y Orquídeas

Confeccionada en 1851, esta corona fue el regalo de bodas que Leopoldo de Sajonia-Coburgo-Gotha le hizo a su prometida, la futura emperatriz María Teresa, por lo que también es conocida como Tiara de María Teresa. Fue elaborada en la ciudad de Munich por el joyero de la familia Sajonia-Coburgo y actualmente está valuada en medio millón de dólares americanos, sobre todo por aparecer en el retrato oficial de la emperatriz cuando tenía 30 años.


La tiara está coronada por veinte florones bajos con forma de orquídeas (representando a Quito) y veinte florones altos con forma de flores de lis (representando a Sajonia-Coburgo). La estructura es de oro blanco y está adornada por más de 300 mini brillantes.

Corona Battenberg

Fue confeccionada en 1918 para la reina Victoria Eugenia, consorte de Alfonso XIII de España. Esta se la obsequió a su hija Beatríz cuando ella y su esposo Leopoldo accedieron al trono de Quito tras la primera restauración Sucre, en 1951.


Aunque Beatríz la uso en contadas ocasiones, fue su hija, Victoria Antonieta quien la popularizó al convertirla en su favorita, dejándose ver con ella en al menos cincuenta ocasiones durante sus cuatro años de reinado. Se trata de una estructura de acero, lo que la hace liviana y fácil de llevar, adornada con 321 brillantes y 16 zafiros. Actualmente está valuada en cuatroscientos mil dólares americanos.

Corona Koháry

Fue confeccionada en 1840 como un regalo que Fernando II de Portugal le hizo a su madre, la princesa María Antonia de Kohary. La joya llegó a manos de la familia real quiteña cuando la princesa María Antonia, que a su vez era madre de Leopoldo de Sajonia-Coburgo-Gotha, esposo de la emperatriz María Teresa, se trasladó a vivir en el Palacio de Carondelet (Quitburgo), durante sus últimos años.


Fue heredada entonces a la princesa Mariana Augusta, nieta de María Antonia, misma que en 1902 se la vendió a su primo Leopoldo para que la usara Blanca de Orleans en la coronación. Está elaborada de oro, brillantes y 14 aguamarinas desmontables.

Otras joyas